Montaje de La Barrica
Una de las cosa de las que más nos hemos sentido orgullosos de hacer, junto con Manolo, padre de Franma, ha sido La Barrica, una nevera de hielo hecha artesanalmente.


Siempre que mirábamos alguna finca y sus presupuestos preguntábamos por la opción de la bañera de cerveza con nuestros nombres. Siempre nos parecía que se iban un poco de precio para lo "no tan bonito" que puede quedar tener una bañera en un jardín. Así que se nos ocurrió utilizar algo más rudimentario y que fuera más con nuestra personalidad y nuestros gustos. Y es que, quien nos conoce, sabe lo muy amantes del bueno que estamos hechos.
El abuelo de Franma junto con toda la familia dedicaron mucho tiempo a la vinicultura y le sobraban algunas antiguas barricas que, antes de que se pudrieran o se tiraran, decidimos darle, al menos a una (por ahora) una segunda vida. Y así surgió la barrica de cerveza. Sin duda, una de las mayores atracciones de nuestra boda hecha tanto por los novios como por Manolo, el padre de Franma.
Así la hicimos:


Empezamos atornillando todas las maderas a las guías de metal, ya que si no lo hacíamos, las maderas sueltas iban a saltar al no tener la presión para sostenerse por si mismas. También pusimos dos guías de madera en la parte circular para sostener los tablones verticales.
La cortamos, no exactamente al medio, sino de tal forma que la tapa quedara un poco más pequeña que el resto de la barrica. Comprobamos que todos los tornillos estaban perfectamente colocados y los tablones se mantenían en su sitio. Así que tocó la parte de limpieza y de lijado.
Tras lavarla con agua a presión, la lijamos con una radial y una lija de grano grueso para la parte interior, así no quedarían impurezas antiguas ni olor a los restos de pozos del vino que quedaban. Por la parte exterior también la lijamos pero con un grano muy fino, solo para quitar astillas y algunas otras impurezas y que así quedara lo menos artificial posible.


Un cerrajero nos ayudó a poner una bisagra que se adaptara a la curvatura de la parte central de la barrica y que, además, al levantar la tapa, no chocaran entre los tablones guía que tuvimos que colocar para que mantuviera la forma perfecta. Estas tablas también nos ayudaron a mantener bien cerrada la barrica.
Posteriormente terminamos de lijar la parte interior y le pusimos fibra de vidrio para para evitar la salida del agua por alguna grieta, aunque posteriormente tuvimos que descartar esta idea ya que la fibra de vidrio, al secarse, mantiene su forma solida, y al seguir trabajando en la barrica o moverla, se astillaba y dejaba pasar el agua. Así que utilizamos la comúnmente llamada "pintura de azotea" de color blanco que, además de conseguir un producto más limpio, podía moldearse con facilidad a la hora de trasladarla o trabajar en ella.
También aprovechamos los agujeros naturales de la barrica para colocar válvulas de vaciado de agua cuando se fuera derritiendo el hielo.
Para mantenerla abierta, colocamos dos hidráulicos. Pintamos las partes metálicas y barnizamos toda la madera.






Como últimos retoques, colocamos una madera con nuestros nombres hechos con impresión láser con la ayuda de Nico (uno de los damos borrachos), colocamos asas en los laterales en las partes reforzadas al principio y también otra en la tapa para abrirla más fácilmente.
Para las patas utilizamos unas que ya teníamos hechas, pero que reforzamos con guías de metal y un gancho para mantener la barrica recta y que no rotara sobre sí misma adelante o atrás.
Ya solo quedaba disfrutar de las cervezas bien frías recién salidas de la barrica.
Para llevar todo este trabajo a cabo estuvo Manolo, el padre de Franma, que junto con ayuda e ideas de mucha gente fue creando esta obra de arte.
